sábado, 30 de julio de 2011

Miércoles, julio en Coyoacan, México DF

Después de días impartiendo seminarios y esperando a que deje de llover por al tarde

Por fin una tarde que no llueve¡¡¡

y he ido a pasear por Coyoacan...

y al pasear parece que el reloj adquiere otra velocidad

a veces incluso se detiene en detalles del paisaje, en gestos de los transeúntes

en los rostros de desconocidos…

y llegando a la plaza junto a Iglesia de San Juan

se escucha la música del organillo de fondo,

apenas molesta el ruido de los automóviles, el estado de las calles no les permite correr

y de fondo el sonido de los niños jugando y de las personas hablando tranquilamente

sin chillar

las familias sentadas en las bancadas

los jóvenes haciendo bromas o bravuconadas, como en toda partes

las parejas hablando de sus cosas

y los árboles que rompen la aceras con sus raíces y tienes que observan por donde caminas

y las calles mal asfaltadas

y las personas que guardan plazas de aparcamiento para cobrártelas, los aparcadores de los parkings

y los cuatro turistas perdidos apenas molestan, caminan tranquilos como el resto…

como si el paisaje los hubiera absorbido, porque no hay nada de especial…

y los chiringuitos de tamales, comidas, globos, juguetes...

y el color intenso de las ropas, de las fachadas pintadas

y las fachadas sin pintar rezumando historia

y todo como si estuviera a medio hacer, como si no importara mientras funcione y se entienda

una gozada

era como regresar a la rambla de Barcelona de hace 40 años

cuando habían los quioscos de antes

cuando había habitantes en lugar de turistas

era como regresar a la plaza Catalunya cuando había palomas que no estaban enfermas…

y vendedores de grano y de manzanas caramelizadas

y yo era niño y veía todo con ojos nuevos

como si fuera un nuevo mundo

es una gozada cuando el paisaje humano y ambiental se entrelazan

y los contemplas por primera vez

por que no estas acostumbrado

y los contemplas como un niño

y me pregunto…

¿cuán de real y auténtico tiene mantener esa mirada?

¿cuántas veces le permito a mi entorno, a las personas que conozco, que se me muestren sin mis pre-juicios, sin miradas previas?

¿cuán regenerador es ver cada rostro, por muy conocido que sea, como si fuera nuevo?

¿cuán sanador es observar las cosas, así, en cada mirada?

Juan Carlos Monge